En su avance hacia la ciudad de México, capital del virreinato de Nueva España, las tropas de Miguel Hidalgo frenan en el poblado de Aculco a pocos kilómetros de la sede virreinal. Hidalgo envía emisarios al virrey Francisco Venegas para reclamarle que rinda la ciudad y evite una masacre. Pero en realidad las tropas patriotas se encuentran escasas de víveres y armas, por lo que deciden retirarse ante el rechazo de Venegas al ultimátum. Pero antes de poder marcharse son alcanzados por una fuerza realista al mando del brigadier Félix Callejas. Los españoles están mejor armados y disciplinados. Los patriotas sufren una dolorosa derrota y el ejército de Hidalgo se desbanda.